Se denomina un modelo económico donde, en un
mercado globalizado,
se localizan actividades productivas en países
subdesarrollados destinadas a la exportación y sin integrarse en el mercado
local. El término ha sido ampliamente usado para describir relaciones
postcoloniales de dependencia en países en desarrollo, especialmente en América latina Se suele mencionar como parte de
modelos más amplios como la teoría de la dependencia que fueron muy populares en las
décadas de 1960 y 1970. Suele ser asociado al marxismo debido a las obras de Paúl A. Baran y Theotônio dos Santos aunque los vínculos a la teoría marxista
clásica son tenues.
De acuerdo al modelo, una firma grande y bien
capitalizada, a menudo localizada en Estados Unidos o Europa Occidental,
invierte en la producción de un bien de exportación destinado a los mercados de
origen de la empresa inversora. A menudo el país de origen de la inversión, era
la antigua metrópolis colonial del país que producirá los bienes. La empresa usa tanto su capital como
sus contactos (explícitos e implícitos) para adquirir tierras y solares,
contratar mano de obra y recibir subvenciones públicas en el país receptor de
la inversión, subordinar líderes locales, lo que disminuye su capacidad para
generar .
Este modelo productivo presenta una disyuntiva, pues
si bien sirve para atraer capitales e inversiones al país (como en las maquiladoras) y mejorar la balanza comercial, genera una dependencia de mercados
extranjeros y puede ser perjudicial a largo plazo para la viabilidad económica
del país.
En algunos casos, las firmas operando en economías de
enclave llegan a tener la suficiente influencia para lograr que los gobiernos
locales les permitan suprimir la resistencia sindical a bajas condiciones
laborales. Este tipo de relaciones entre empresa privada y gobierno suelen vincularse
a corrupción local y proteccionismo por parte
del gobierno del país anfitrión, que suele proteger la inversión realizada.
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